Los encuentros entre equipos parejos, suelen definirse por pequeños detalles. Un gol a balón parado, un error del portero, o algún que otro hecho fatídico que en definitiva cierra el curso de un encuentro que parece estar destinado a la igualdad, al cero final, al que todos qeuden contentos porque en definitiva no se perdieron puntos ante un rival con el mismo poderío.
Y en definitiva era justamente eso lo que sucedía hasta el minuto fatal entre la Real Sociedad y el Espanyol de Barcelona, dos equipos con grandes carencias y con otras tantas virtudes, pero que en definitiva tienen un nivel muy parecido más allá de haber comenzado la Liga BBVA de maneras dispares.
Ese minuto fatal, fue casi cuando se cerraba el juego. Ese detalle que definió el resultado final, fue cuando faltaba nada para que el empate entre dos equipos muy parejos se concretara. Ese hecho, justamente fue un gol a propia puerta del argentino Juan Forlín, un defensa que hasta ese momento no había tenido grandes fallas pero que en un rebote al larguero por un tiro libre de Sarpong y que no pudo esquivar pese a hacer todo el esfuerzo posible.
Justamente ese gol fue el definitorio. Más allá de que el Espanyol salió con todo a por la igualdad. Más allá que intentó por todos los medios pero no lo logró. Más allá que convirtió en figura a Claudio Bravo y hasta el último instante se le fue a las barbas, el resultado estaba cantado y fue por esa cantada del defensa.
Nada para reprocharle a los equipos. Jugaron un encuentro digno. Jugaron, lucharon y aburrieron en varios pasajes del juego. Charly Kameni fue as ante Tamudo, Llorente y el resto cuando sus compañeros se dedicaban solamente a mirar y tratar de defender los embates del rival.
Quizas se le puede reprochar a Pochettino un empleo tibio, frio y poco audaz, sin atacar, sin darle juego a Osvaldo, sin hacer peligrar la portería rival y jugando a empatar, y como suele suceder, los que no juegan a ganar no ganan.
Y en definitiva era justamente eso lo que sucedía hasta el minuto fatal entre la Real Sociedad y el Espanyol de Barcelona, dos equipos con grandes carencias y con otras tantas virtudes, pero que en definitiva tienen un nivel muy parecido más allá de haber comenzado la Liga BBVA de maneras dispares.
Ese minuto fatal, fue casi cuando se cerraba el juego. Ese detalle que definió el resultado final, fue cuando faltaba nada para que el empate entre dos equipos muy parejos se concretara. Ese hecho, justamente fue un gol a propia puerta del argentino Juan Forlín, un defensa que hasta ese momento no había tenido grandes fallas pero que en un rebote al larguero por un tiro libre de Sarpong y que no pudo esquivar pese a hacer todo el esfuerzo posible.
Justamente ese gol fue el definitorio. Más allá de que el Espanyol salió con todo a por la igualdad. Más allá que intentó por todos los medios pero no lo logró. Más allá que convirtió en figura a Claudio Bravo y hasta el último instante se le fue a las barbas, el resultado estaba cantado y fue por esa cantada del defensa.
Nada para reprocharle a los equipos. Jugaron un encuentro digno. Jugaron, lucharon y aburrieron en varios pasajes del juego. Charly Kameni fue as ante Tamudo, Llorente y el resto cuando sus compañeros se dedicaban solamente a mirar y tratar de defender los embates del rival.
Quizas se le puede reprochar a Pochettino un empleo tibio, frio y poco audaz, sin atacar, sin darle juego a Osvaldo, sin hacer peligrar la portería rival y jugando a empatar, y como suele suceder, los que no juegan a ganar no ganan.